Ser mujer ha implicado una revisión histórica, material y por ende, nos pasa por el cuerpo, por nuestras emociones. Ha sido una revisión de mucho enojo, de dolor, de sentir las vomitivas ganas de explicar por qué desde hace 7,000 años hemos sido violentadas por nuestra capacidad de alumbrar, de ser humilladas y maltratadas por una cultura moldeada y no natural, sino pervertida por el derecho a la propiedad del hombre.
Estamos cansadas, estamos hartas de estar condenadas, al silencio, al olvido, a la tristeza, al desasosiego. Estamos hartas de de andar con miedo, de sentir miedo, de cargar miedo, de estar enojadas. De ser atropelladas por exigir nuestros derechos de estudiantes, de ser quemadas, de ser golpeadas, de los atropellos que hacen los terratenientes, de no tener acceso a la tierra, de ser violadas, de ser asesinadas, desaparecidas, de ser doblemente explotadas en las jornadas con el patrón y luego en las jornadas con nuestros maridos, de lavar los trastos, de que no se tomen en cuenta nuestras propuestas políticas, de no poder amar a otra mujer, de no poder decidir cuándo y cómo parir o no parir, por nosotras y por todas.
Sin embargo, esa misma revisión de la que hablamos, nos ha explicado la razón de nuestra existencia, de nuestro devenir hermoso en esta Tierra que nos demuestra que nosotras no somos nuestras enemigas, que si bien las mujeres somos vilipendiadas es por causa de alguien, algo material, que se llama patriarcado.
Al gritar contra eso de lo que estamos hartas, nuestra voz resuena en las invisibles murallas del viento. Que revientan al estrellarse con nuestra Rabia.
Ésta explota como bomba panfletera. Algunos pedazos caen en tormenta y se guardan en nuestros párpados y rebalsan cuando nuestra mirada arremete contra las injusticias.
Otros, se guardan en la tinta, que hoy sale Rabiosa a entregarse con ustedes. Para que éstas páginas nos convoquen a La Rabia.
Es por eso la necesidad – más que idea – de hacer una revista, ese menester que tenemos con las otras, con nuestras pares, de transmitir que podemos transformar nuestra realidad. Por eso surge, surge de las ganas de imprimir y poner en papel nuestros males que no son nuestros y por lo que queremos destruirlos y el intento que han tenido muchas más a lo largo de la historia también.
La Rabia se organiza, se siente y se explota, se grita, se ama, se denuncia, se escribe, se dibuja, se hace verso, nace de los caudales rebeldes del Polochic, se incendia en barricadas estudiantiles, se exilia, regresa, se teje, se siembra, se cosecha, se vomita.
Nuestras voces, nuestras letras y palabras, nuestros trazos, nuestra poesía, nuestras imágenes; quedarán grabadas, porque estamos haciendo historia. Esta vez somos nostras las que escribimos nuestra historia, en complicidad con la tinta y el papel, con las letras circulando de mano en mano de cada una de ustedes. Registrando nuestros sueños, nuestros rostros, nuestros pasos, nuestra Rabia.
La Rabia
FEMINISMO O BARBARIE